El arribo de una nave a puerto implica trámites, coordinaciones y cumplimiento de normas que comienzan desde el ingreso a aguas territoriales, normalmente a 12 millas náuticas de la línea de base. En ese proceso, el agente de nave actúa como representante de las líneas navieras u operadores y se convierte en el enlace principal entre el buque y las autoridades en tierra.

Shipping and Freight Resource destaca que, este profesional gestiona autorizaciones aduaneras y migratorias, coordina prácticos y remolcadores, organiza el abastecimiento y facilita los relevos de tripulación. Cuando se presentan retrasos, disputas o emergencias médicas, el agente se convierte en el punto de apoyo inmediato para resolver situaciones que podrían afectar la estadía en puerto.

La actividad portuaria varía según cada país y cada terminal, por lo que el conocimiento local del agente influye directamente en la eficiencia del proceso. Su labor combina aspectos técnicos, normativos y logísticos, además de la atención a las necesidades de la tripulación.

Los agentes de naves cumplen también una función económica relevante. Cada hora en puerto genera costos para el buque y posibles pérdidas por demoras, errores en documentos o cambios en la programación. Al coordinar formalidades y asegurar el cumplimiento regulatorio, el agente contribuye a evitar sanciones y retrasos.

En el plano humano, los tripulantes dependen del agente para gestionar permisos de desembarco, asistencia médica o apoyo en los cambios de dotación. En un sector donde la fatiga y la separación prolongada son frecuentes, este acompañamiento se vuelve fundamental.